SIEMPREVIVA MAYOR

Sempervivum tectorum, L.

De la familia de las Crassulaceae, las siemprevivas son un género de unas 40 especies de plantas perennes suculentas o crasas originarias de Marruecos e Irán que se distribuyeron a través de la península Ibérica hasta los Alpes, los Cárpatos, los Balcanes y el Cáucaso.

Sempervivum tectorum L., presente en los sistemas montañosos del centro, sur y este de Europa, es espontánea en los Pirineos y en el Montseny y cultivada y naturalizada en otras zonas de la península Ibérica.

Su nombre deriva del latín y tiene su significado en la resistencia ante las difíciles condiciones de crecimiento. Conocida como siempreviva mayor, Barba de Júpiter, Consolva, Alcachofa de gatos, Zurracallote, Hierba puntera o matafoc comú (en catalán).

Es una planta perenne que forma grandes rosetas de 3 a 12 cms de diámetro, aplanadas y de tamaño variable que puede alcanzar 20 o 30 cms de altura.

Hojas basales oblongo lanceoladas, de color verde y teñidas de púrpura en el ápice.

Flores en inflorescencia de color blanquecino a rosado pupúreo, cáliz hirsuto, pétalos linear-lanceolados, nectarios semicirculares y estambres con los filamentos purpúreo-rojizos grabos y anteras rosadas o amarillas.

Florece en verano, cuando la planta ya tiene varios años.

Se utiliza para decoración de muros, tejados y en rocallas, aunque también se puede cultivar en macetas.

Prefiere suelos drenados, arenosos y se debe plantar a pleno sol.

Es muy resistente, tanto a las bajas temperaturas como a la sequía.

Sus hojas y el jugo de las mismas se emplean con fines medicinales para el alivio de las enfermedades de la piel y picaduras de insectos, con aplicaciones similares a las del Aloe vera.

Se multiplica fácilmente por enraizamiento de hijuelos.

La práctica totalidad de las especies de este género, han sido utilizadas desde la antigüedad en jardinería, así como numerosos híbridos de las mismas, existiendo una gran variedad que se desarrolla dependiendo del medio ambiental en donde se ubique.

Las siemprevivas son unas de las más conocidas y extendidas en jardinería, existiendo auténticos coleccionistas, aunque su interés no estriba en sus flores sino en las formas y colores de las rosetas.

Curiosamente además de ser utilizada por curanderos desde la antigüedad por sus propiedades, se tenía la creencia de que ubicándola en el tejado de la casa ésta quedaba a salvo de los rayos.