Fira de l'Avet a Espinelves 2022 |
Los árboles tienen en todas las culturas un
significado muy especial entre antropológico, místico y poético que representa
el medio de unión entre el cielo y la tierra, entre lo humano y lo divino. El árbol ahonda sus raíces en la profundidad de la madre tierra y se eleva alto
y vigoroso hasta el cielo como signo de encuentro entre lo terrenal y lo
celestial.
No es de extrañar que desde el Génesis, en el que aparece el árbol de la Vida
que Dios otorgó a Adán y Eva en el Jardín del Edén, hasta nuestros días y a
través de culturas diferentes, el significado siga siendo ese vínculo de unión.
El abeto (Abies) es la especie de conífera que más se utiliza para representar
el Árbol de Navidad, así que vamos a conocer algo más sobre este árbol tan
significativo, pero no es el primero ni el único, vamos a conocer un poco su historia.
Los antiguos germanos creían que el mundo y todos los astros estaban
sostenidos pendiendo de las ramas de un árbol perenne y gigantesco llamado el
Yggdrasil al que rendían culto cada año, en el solsticio de invierno, cuando
suponían que se renovaba la vida. En su copa se hallaba Asgard (la morada de
los dioses) y Valhalla (el palacio de Odín) y en las raíces profundas estaba
Helheim (el reino de los muertos). La celebración de ese día consistía en
adornar un árbol de encino con antorchas que representaban a las estrellas, la
luna y el sol. En torno a este árbol bailaban y cantaban celebrando el
nacimiento de Frey, dios del Sol y la fertilidad.
Cuentan que San Bonifacio, evangelizador de Alemania, derribó el árbol pagano
que representaba al Yggdrasil y en su lugar plantó un pino como símbolo del
amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo
cristiano: las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y las
velas representaban a Cristo, la luz del mundo.
Para los bretones (grupo celta de Bretaña), el árbol de Navidad fue
descubierto por Persifal, caballero de la mesa redonda del rey Arturo, mientras
buscaba el Santo Grial o cáliz de la Última Cena de Jesús. La leyenda cuenta
que el caballero vio un árbol lleno de luces brillantes, que se movían como
estrellas.
Otra leyenda sostiene que Martin Luther, el
fundador de la fe Protestante, estaba caminando por un bosque en la víspera de
Navidad cuando fue deslumbrado por la belleza de millones de estrellas que
brillaban a través de las ramas de los árboles. Estaba tan impresionado por la
belleza de la vista que cortó un pequeño árbol y lo llevó a la casa de su
familia. Y para recrear la misma belleza que había observado en el bosque le
colocó luces en todas las ramas.
Con el paso del tiempo los adornos evolucionaron cambiando manzanas por esferas
y velas por dulces y regalos para los niños. Al parecer el primer árbol de
Navidad como lo conocemos en la actualidad se registra en Alemania en 1605 y se
vió por primera vez en Inglaterra en 1829, posteriormente el príncipe Alberto,
esposo de la reina Victoria lo plantó en 1841 en el Castillo de Windsor. En
España, el primer árbol navideño se colocó en Madrid en 1870. Los inmigrantes
alemanes lo llevaron a Estados Unidos dónde la costumbre quedó firmemente
arraigada.
Así pues la tradición de poner un árbol de Navidad en nuestros hogares
simboliza la armonía entre el cielo y la tierra, entre los que estamos aquí y
los que están allá, entre lo humano y lo divino.
Los adornos también tienen un simbolismo; las luces que iluminan ese camino
de unión y el camino hacia el cielo, las bolas o esferas, antes manzanas, que
representan bienes y regalos de Dios hacia la humanidad, las cintas y guirnaldas
que son lazos de unión familiar y de amor y la estrella en la punta del árbol
que es la luz divina, la estrella de Belén, el punto de unión.
Adoro...donde se respira la Navidad, es un momento mágico donde soñar.
ResponderEliminarPetonets!! 🎄🌟🎅
Cierto, la Navidad es un momento mágico que invita a soñar.
EliminarMuchos besos y abrazos, Rosana.
Una bonita historia la del árbol de Navidad. Besos.
ResponderEliminarMuy bonita y conocerla nos acerca más a ese sentido de la Navidad.
EliminarMuchos besos, Teresa.
Gracias por iluminarnos al respecto. Lo del árbol de Navidad, no lo tenía claro.
ResponderEliminarPetons!
Muy interesante todo lo que cuentas. Aquí en Asturias siempre poníamos acebos que es un árbol también muy hermoso especialmente por la bayas. De niño siempre íbamos a cortar uno al monte para decorar la casa. Por suerte ahora están protegidos sino ya habrían desaparecido si hubiésemos continuado con esa costumbre. Un abrazo
ResponderEliminarQuerida Montse es una bonita historia, no lo había leído nunca. Un enorme abrazo
ResponderEliminarMontse, te deseo una Feliz Navidad y un inmejorable Año Nuevo. Besos y abrazos desde Cantabria.
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