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En España el 31 de Diciembre, la Nochevieja, es tradición tomarse doce uvas al compás de las campanadas que a las 12 de la noche, despiden el año y dan paso al año nuevo. En Madrid a esa costumbre además se le añade la de acudir a la Puerta del Sol a tal efecto.
Se desconoce con exactitud el origen de esta costumbre y se cuentan historias, como que un exceso de producción de uva entre los agricultores levantinos, en 1909, fue lo que promocionó esta costumbre y aunque eso es así, su origen es de mucho antes.
Según publicaciones del periódico El Imperial de Madrid, se relata que en la noche del 31 de Diciembre de 1895 en la residencia del Presidente del Consejo de Ministros, todo el gabinete y distinguidas personalidades de Madrid, tomaron uvas y champagne para celebrar la entrada del nuevo año bajo el brindis del general Martinez Campos. Si bien no se menciona que las uvas fueran doce ni que se tomaran al son de las campanadas, lo cierto es que al año siguiente se repitió el acontecimiento y al siguiente, en la Nochevieja de 1897 los comerciantes ya habían visto el filón y las uvas se anunciaban con todo tipo de frases al más puro estilo de marketing: “Uvas de la suerte”, “uvas milagrosas” o “uvas de la fortuna”.
Aunque otras notas de prensa de la época dicen que la costumbre de tomar uvas y champagne entre la aristocracia madrileña, que solía pasar las vacaciones en Biarrtiz o París, fue copiada de los franceses, el hecho de que se convirtieran en un símbolo tal y de que fueran doce, tal y como lo conocemos ahora, se debe a otro singular acontecimiento histórico.
En Madrid, a finales del siglo XIX, se solía gastar una broma a los llegados de otras regiones españolas, especialmente asturianos y gallegos, haciéndoles subir a los balcones durante la llegada de los Reyes Magos que se suponía dejaban monedas como regalo para quienes las encontraran. Era una fiesta nocturna y ruidosa en la que participaban muchos ciudadanos, la única que existía en la época. En 1881, tras tomar la alcaldía de la ciudad un asturiano, José Abascal y Carredano proclamó un bando para que todo aquel que hiciera la broma pagara un duro (cinco pesetas antiguas) cantidad que era una auténtica fortuna para la mayoría de los ciudadanos, intentando con ello eliminar la fiesta.
Al año siguiente, 1882, los madrileños, para burlarse de la aristocracia que celebraba la Nochevieja con uvas y champagne y a modo de protesta contra la medida adoptada por el Alcalde Abascal, se presentaron ante las puertas del que fuera entonces Ministerio de Gobernación, actual Puerta del Sol, a tomar doce uvas al son de las campanadas del reloj del edificio.
Después esta costumbre se fue extendiendo por el país poco a poco, hasta que el excedente de fruta levantino en 1909 y su comercialización acabara por darle la consolidación tradicional. Está costumbre incluso ha traspasado nuestras fronteras, en México y en Venezuela también se toman doce uvas junto con otras costumbres de Nochevieja.
No se sabe si dan suerte o no, pero tampoco se pierde nada por comer doce exquisitas uvas para celebrar la salida de un año que acaba y la llegada del nuevo que empieza, con la esperanza de que sea mejor y ese es mi deseo para todos, mucha suerte y felicidad.
¡Feliz Año Nuevo a todos!